"¡Dulces sueños pequeña!" Pero... ¿Pero qué es esto? ¡No llores princesa! Tranquila, tranquila. Escúchame un momento. Ven, acuéstate, déjame que te arrope y ahora cierra tus lindos ojos y piensa en cosas bonitas. Verás como no tendrás pesadillas. Sí, piensa en esos buenos ratos que pasaste. Piensa en esos días de luz, de calor, de olores indescriptibles. Piensa también en mí ¿Lo tienes verdad? Muy bien, sigue así. Un poquito más y lograrás dormirte. Perfecto. Ahora dejaré que descanses pero eso sí, mañana por la mañana volveré y preguntaré "¿En qué pensaste? ¿Fue bonito ese sueño?" Tranquila, no es momento de preocuparse por el mañana ahora sólo descansa. Sabes que no tengo problema en ayudarte a pensar. Me gusta verte así, sonreír a la vida. Adoro cuando miras con tanta fuerza y firmeza y demuestras día a día que no hay nadie perfecto.
Ella caminaba sin destino fijo por esa fría ciudad. Enfundada en ese abrigo amarillo, con esos guantes que aunque pequeños son justo de su tamaño y él, en su mente, claro. Mordisquea el cable de los cascos, mira la hora y parece que no pasa el tiempo. Paseos en soledad, sintiéndolo aunque lejos. Aunque efímero fue intenso, esporádico, sin sentido, sincero. Ella, no sabía mucho de matemáticas, tanto que sin mesura amó hasta quedarse sin reservas porque él dijo: "Yo te quiero hasta infinito más uno ¿tú? ¿Cuánto me quieres a mí?" . Pero nunca llegó a tanto, ni ella ni nadie. Tantas hipótesis que nunca llegaron a ser investigadas, se quedaron en eso... En "y si..", en ayer.