“Reflexionas, controlas tus sentimientos y entonces llega él. Cuando menos lo esperas está ahí detrás de tu puerta esperando el momento, esperándote a ti, a la Chica del Botón Rojo…”
Escondida en tus libros, sumergida en esa apasionada novela sueñas con ser ella. Crees que todo en tu vida será igual de fácil. Embarcarse en una historia de amor con tu príncipe azul. Tus zapatos de cristal, tu espejo mágico, tu bosque encantado… Y te quedas dormida pensando en ese amor de cuento... Pero ese sueño se puede convertir en pesadilla si no es el príncipe adecuado…
“Pequeña, realmente me duele dejarte pero tú no eres de mi mundo. Tú eres una chica preciosa, sinceramente eres lo que más he querido en esta vida pero… Este no es tu lugar, esto es un cuento en el que se idealizan las ideas, los paisajes e incluso las personas. Yo soy un príncipe, mejor dicho, soy el mejor de los príncipes. El Azul. Ese al que todas las niñas adoran, aman y esperan un día en su vida. Si no te quisiera no te diría esto: ¡Despierta princesa! Despierta y vive tu vida sin esperarme. No pierdas tu valioso tiempo con un recuerdo mío. No merece la pena, pequeña. Con esto me despido y saldré de tus sueños… Recuérdalo, tú aquí no eres una princesa. Eres la reina…”
Con estas frases te despiertas y poco a poco intentas quitarte las pequeñas legañas de los ojos. Respiras hondo e intentas proseguir con la lectura que tanto te ha emocionado.
“En una habitación vacía, la chica del Botón Rojo rompe a llorar tras leer esa carta. Mira hacia el techo con los ojos empapados y se pregunta si todo lo que ha vivido ha servido de algo, si todo lo que ha amado ha tenido un sentido, si todo lo que ha dado por él podrá darlo a otra persona en un futuro… Sus lágrimas caen lentamente hacia el suelo y sin darse cuenta ya tiene un charco bajo sus pies. Una de las pequeñas lágrimas cae encima de su botón rojo, cae y en menos de un segundo ese botón, ese símbolo tan importante se rompió al igual que su corazón. Él se lo llevo todo. Se llevó sus recuerdos, se quedó con su vida… Todo. Jamás podrá ser otra vez la chica del Botón Rojo. Eso significaba ser fuerte, tener una sonrisa en esos labios tan carnosos… Quizá su nuevo nombre sería… La chica del Botón Roto…”
Cerrando así ese libro tan emocionante te preparas para un nuevo capítulo de tu vida, de esa tan real en la cual el dolor sí es de verdad.
Escondida en tus libros, sumergida en esa apasionada novela sueñas con ser ella. Crees que todo en tu vida será igual de fácil. Embarcarse en una historia de amor con tu príncipe azul. Tus zapatos de cristal, tu espejo mágico, tu bosque encantado… Y te quedas dormida pensando en ese amor de cuento... Pero ese sueño se puede convertir en pesadilla si no es el príncipe adecuado…
“Pequeña, realmente me duele dejarte pero tú no eres de mi mundo. Tú eres una chica preciosa, sinceramente eres lo que más he querido en esta vida pero… Este no es tu lugar, esto es un cuento en el que se idealizan las ideas, los paisajes e incluso las personas. Yo soy un príncipe, mejor dicho, soy el mejor de los príncipes. El Azul. Ese al que todas las niñas adoran, aman y esperan un día en su vida. Si no te quisiera no te diría esto: ¡Despierta princesa! Despierta y vive tu vida sin esperarme. No pierdas tu valioso tiempo con un recuerdo mío. No merece la pena, pequeña. Con esto me despido y saldré de tus sueños… Recuérdalo, tú aquí no eres una princesa. Eres la reina…”
Con estas frases te despiertas y poco a poco intentas quitarte las pequeñas legañas de los ojos. Respiras hondo e intentas proseguir con la lectura que tanto te ha emocionado.
“En una habitación vacía, la chica del Botón Rojo rompe a llorar tras leer esa carta. Mira hacia el techo con los ojos empapados y se pregunta si todo lo que ha vivido ha servido de algo, si todo lo que ha amado ha tenido un sentido, si todo lo que ha dado por él podrá darlo a otra persona en un futuro… Sus lágrimas caen lentamente hacia el suelo y sin darse cuenta ya tiene un charco bajo sus pies. Una de las pequeñas lágrimas cae encima de su botón rojo, cae y en menos de un segundo ese botón, ese símbolo tan importante se rompió al igual que su corazón. Él se lo llevo todo. Se llevó sus recuerdos, se quedó con su vida… Todo. Jamás podrá ser otra vez la chica del Botón Rojo. Eso significaba ser fuerte, tener una sonrisa en esos labios tan carnosos… Quizá su nuevo nombre sería… La chica del Botón Roto…”
Cerrando así ese libro tan emocionante te preparas para un nuevo capítulo de tu vida, de esa tan real en la cual el dolor sí es de verdad.