La vida es una especie de helado, sí, un helado de tantas bolas cómo etapas pasas en tu vida. Hay varios sabores, varios colores u olores. Puedes escoger uno y haber acertado con el sabor, el color e incluso con el olor pero también puedes fallar. Imagina que vas a tu heladería y pides ese... Ese sabor, ese de color rosa que huele aún mejor... De fresa clarísimo ¡ese es el que quiero! El heladero confirma tu elección y deposita otra bola en tu cucurucho. Lo miras, das una vuelta, pruebas y... Es de frambuesa. Ahí está, no es lo que tú querías. Al principio te decepcionas pero una vez que lo pruebas descubres que es el sabor que has estado esperando todo el verano. Frambuesa.
Ella caminaba sin destino fijo por esa fría ciudad. Enfundada en ese abrigo amarillo, con esos guantes que aunque pequeños son justo de su tamaño y él, en su mente, claro. Mordisquea el cable de los cascos, mira la hora y parece que no pasa el tiempo. Paseos en soledad, sintiéndolo aunque lejos. Aunque efímero fue intenso, esporádico, sin sentido, sincero. Ella, no sabía mucho de matemáticas, tanto que sin mesura amó hasta quedarse sin reservas porque él dijo: "Yo te quiero hasta infinito más uno ¿tú? ¿Cuánto me quieres a mí?" . Pero nunca llegó a tanto, ni ella ni nadie. Tantas hipótesis que nunca llegaron a ser investigadas, se quedaron en eso... En "y si..", en ayer.