Cuando crees tener todo controlado, cuando crees parar las agujas del reloj con tus propias manos, llega el tiempo con su gran poder y vuelve a accionarlas. Sientes como se deslizan de tus dedos, como pierdes el control de tu vida en segundos. No tienes tiempo para pensar un nuevo plan y te rindes. Es nuestro destino, no te esfuerces en ir hacia atrás, eso déjaselo a los cangrejos.
Ella caminaba sin destino fijo por esa fría ciudad. Enfundada en ese abrigo amarillo, con esos guantes que aunque pequeños son justo de su tamaño y él, en su mente, claro. Mordisquea el cable de los cascos, mira la hora y parece que no pasa el tiempo. Paseos en soledad, sintiéndolo aunque lejos. Aunque efímero fue intenso, esporádico, sin sentido, sincero. Ella, no sabía mucho de matemáticas, tanto que sin mesura amó hasta quedarse sin reservas porque él dijo: "Yo te quiero hasta infinito más uno ¿tú? ¿Cuánto me quieres a mí?" . Pero nunca llegó a tanto, ni ella ni nadie. Tantas hipótesis que nunca llegaron a ser investigadas, se quedaron en eso... En "y si..", en ayer.