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Nunca digas nunca.

Aún duermo abrazada a aquel recuerdo embotellado. Aún huelo tu perfume en mis manos. Aún... Muchos días pasaron y aún no consigo borrar de mi cabeza aquel último beso.
¿Dónde quedaron tus sonrisas? ¿Dónde guardas las profundas miradas? ¿Dónde?
Me siento al borde de la cama, miro hacia el suelo, siempre me hizo gracia que mis pies no llegasen al suelo, mientras los tuyos pisaban firmes. Hoy sólo veo un par de pies inquietos revolotear en el aire. Así pasan los diez minutos diarios mirando hacia la ventana. Perderme en el tiempo pensando en un "Quizás si... O tal vez si... Pero a lo mejor..." Pero... ¿Qué ven mis ojos? Hoy sólo pasan cinco minutos y ya estoy de pie, corro hacia mi chaqueta y me asomo a la ventana. ¿Pero qué ven mis ojos? Alguna lágrima cae por mis mejillas. Aprieto firmemente el botón rojo y suspiro, en el fondo de felicidad. Esta es una noticia que jamás esperaba.

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En un beso infinito más uno.

Ella caminaba sin destino fijo por esa fría ciudad. Enfundada en ese abrigo amarillo, con esos guantes que aunque pequeños son justo de su tamaño y él, en su mente, claro. Mordisquea el cable de los cascos, mira la hora y parece que no pasa el tiempo. Paseos en soledad, sintiéndolo aunque lejos. Aunque efímero fue intenso, esporádico, sin sentido, sincero. Ella, no sabía mucho de matemáticas, tanto que sin mesura amó hasta quedarse sin reservas porque él dijo: "Yo te quiero hasta infinito más uno ¿tú? ¿Cuánto me quieres a mí?" . Pero nunca llegó a tanto, ni ella ni nadie.   Tantas hipótesis que nunca llegaron a ser investigadas, se quedaron en eso... En "y si..", en ayer.

In-felicidad

"Apoyarme en tu pecho, quedarme dormida leyendo un cuento. Oler tu perfume día tras día. Sentir tus suaves manos por mi espalda. Mirarte a los ojos y ver reflejada la felicidad. Costumbres que son difíciles de quitar..."

Días.

Pasan y pasan los días y ahí está ella sentada en aquel sillón que una vez significó tanto. Aquella butaca en la que se fugaron tantos suspiros de amor, tantos que en esa habitación apenas quedaba aire para respirar. Fue por esta razón que todo lo que con tanta delicadeza habían creado los dos se fue, se fue con el cantar de los pájaros dejando una fría mañana de invierno que dudaría hasta el día de hoy. Después de tanto tiempo ya tenía los ojos secos de todas las lágrimas que había derramado, de tantos llantos incontrolados, de tanta vida perdida sin motivo aparente. Pero es ahí cuando ella se da cuenta de lo que realmente significa vivir, de lo que no está ganando por estar lamentándose. ¡Es una idiotez! Abrir los ojos y ver un mundo diferente, lleno de luz y alejado de tanta oscuridad a la que estaba acostumbrada. Alzar la cabeza y darte cuenta de todo lo que te queda por hacer. Un impulso de felicidad hace que su cuerpo parezca que se eleva pero de repente, todo vuelve atrás. La...