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Lo que no dijimos

(...) Tras una buena regañina al montar en el coche, tras dos fríos besos al acabar tu charla, tras ir cabizbaja todo el camino, salgo del coche. Llego a mi casa, me quito la ropa empapada y ahora, con mi pijama y una manta encima, me paro a pensar en la de cosas que me has dicho en tan poco tiempo, en la de verdades que he escuchado y mis cimientos tiemblan.
Aún no concibo qué hacías allí, por qué monté en ese coche y por qué aún no paro de llorar. La tempestad fuera ha pasado y de hecho brilla firmemente el sol pero lo que es en mi interior, aún tengo un diluvio universal.
En mi diario no dejo de escribir una y otra vez tu nombre, una y otra vez como si fuese una niña. Al lado simplemente pongo mi inicial, no me atrevo a escribir mi nombre completo. Tal vez sepa que es imposible, tal vez crea que no se volverá a repetir.
Ahora caigo en lo que te pude haber dicho al escuchar: "¿Estás loca?" y sí, debí responder "¡Sí, por ti!" correr hacia el coche, abrir la puerta y no dar las gracias con palabras si no con un beso.
Pero nadie es perfecto, aunque tú puede que te parezcas a nadie. Tal vez, lo que no podremos es cambiar es lo que dijimos o en este caso... Lo que no dijimos.

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