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Nunca digas nunca II

¿Qué ven mis ojos? Frente a mi casa un parque lleno de bellas flores pero ninguna tanto como las que llevas en tus manos. Mi ventana empapada por esta lluvia inesperada y el botón rojo empapado por mis lágrimas.
Cabizbajo espero a que mires hacia mi ventana y ver esa señal que diga que son mías.
Llega el momento y me ves, nervioso sonríes y leo en tus labios "¿Qué esperas?"
Aún en pijama pero... ¿Qué importa si está ahí plantado bajo la lluvia con un ramo de flores? Bajo las escaleras corriendo, pierdo una zapatilla por el camino, me doy la vuelta y con ella en la mano corro hacia la puerta. Ahí, frente a mí, empapado, con miles de flores en la mano y esa sonrisa que nunca pierdes. No puedo más y salto a tus brazos y nos fundimos en un beso. En dos. En tres. ¿Cuánto tiempo pasó sin sentir tus cálidos labios con los míos? "Te he echado de menos, pequeña" Escucho mientras me pierdo en tus ojos.

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Ella caminaba sin destino fijo por esa fría ciudad. Enfundada en ese abrigo amarillo, con esos guantes que aunque pequeños son justo de su tamaño y él, en su mente, claro. Mordisquea el cable de los cascos, mira la hora y parece que no pasa el tiempo. Paseos en soledad, sintiéndolo aunque lejos. Aunque efímero fue intenso, esporádico, sin sentido, sincero. Ella, no sabía mucho de matemáticas, tanto que sin mesura amó hasta quedarse sin reservas porque él dijo: "Yo te quiero hasta infinito más uno ¿tú? ¿Cuánto me quieres a mí?" . Pero nunca llegó a tanto, ni ella ni nadie.   Tantas hipótesis que nunca llegaron a ser investigadas, se quedaron en eso... En "y si..", en ayer.

Días.

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