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Mientras duermes

Como todas las mañanas últimamente amanezco tan sola en esta cama tan grande. Lo mejor, duermes a mi lado.
Me siento en el borde de la cama y miro hacia atrás y ahí estás, mirando hacia otro lado. Apuesto que te  estás haciendo el dormido. Alguna lágrima cae, pero recordando los días en los que no podía levantarme por tener tus brazos encima mío, esa cárcel de amor tan cálida. Todo eso entre risas, pero eso ahora no es más que un recuerdo.
Busco mi ropa esparcida por el suelo, me visto y me siento delante del espejo. Aunque no lo creas yo no puedo apartar mi mirada de ti mientras me pongo los pendientes. Te veo moverte, pero esta vez no me buscas. Esta vez ya no es lo mismo.
Recojo todo lo que está tirado por el suelo, paso por tu lado y ni siquiera abres un ojo. Antes me hubieses lanzado a esa cama, entre cosquillas y demás risas nos quedaríamos mirándonos el uno al otro miles de horas.
Cuando parece estar todo en orden, lo que a la habitación se refiere está claro, termino de arreglarme. Un poco de colonia, esa que tanto te gustaba, mi botón rojo, el pañuelo al cuello y un beso. Sí, un beso de despedida.


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En un beso infinito más uno.

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