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Verano finito

¿Quién es el culpable de esta media sonrisa?
A veces, cuando menos lo esperas aparece esa persona que tanto buscabas. Justo cuando brillas más que nunca, sin saberlo.

Lucía un bonito vestido, una noche estrellada, todo de película menos él, claro, que aún no había aparecido.
Visto lo de siempre, dos hombres y medio, bastaron dos segundos para que sus miradas se cruzasen. Sirvieron tres minutos para que sus manos siguieran su destino y se entrelazasen.
Sólo eso bastó.
Apareció entonces y la Chica del Botón rojo se contagió de su alegría, su entusiasmo y sobre todo, su preciosa sonrisa.
Río arriba, río abajo pasaban sus tardes de calor. Ella tumbada sobre la barca, él fingiendo saber pescar.
Observado por el sol, envidioso él de no poder tocarla hizo desaparecer al chico de la sonrisa permanente.
Sólo bastó un deseo y de sus vidas se borró, al igual que la sonrisa que iluminó todo el verano su rostro.


Ahora que el sol se escondió, ahora que llegó el otoño, el chico de la sonrisa permanente apareció, iluminando así, de nuevo, la mirada de La Chica del Botón Rojo.

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