Déjame.
Sal de mi mente al menos un par de días. Déjame descansar.
Me despierto y ya estás ahí, con tu sonrisa de buenos días. Miro hacia otro lado pero me persigue por todos los rincones de esta habitación.
Mientras me lavo los dientes siento tus manos por mi espalda dibujar un corazón. Un dulce beso en mi nuca desnuda remata la mañana. Bajo la cabeza para aclararme.
Al volver a casa, suelto las cosas en la entrada. Mis ganas de hacer algo productivo se quedaron por el camino, pero ahí estás tú. Sentado en el sofá, esperándome con una taza de chocolate caliente en la mano.
Cada día me asombra más lo poco que me conoces. Me siento en el borde del sofá, te doy un beso y me voy a dormir. A dormir a las siete de la tarde.
Lo que más me duele de todo esto es no poder quererte ni la mitad de lo que tú me quieres a mí.
Mañana será otro día, otro amanecer en tus brazos.Otro día perdida en este laberinto sin salida.