Todo le recuerda a él, hasta el más insignificante rayo de luz que se cuela a primera hora de la mañana.
Todo.
Son tan frías las miradas, son tan crueles los recuerdos. Esa foto en sus manos empapada en lágrimas, cada vez que recuerda su última frase: "no podemos estar juntos, es mejor que esto termine o acabaré haciéndote daño".
Todo.
Cuando las lágrimas se convirtieron en las protagonistas de su vida, decidió tomar las riendas la razón. Ésta, tan fuerte y a la vez tan digna, quiso hacer una lista con sus prioridades para salir de este valle.
En primer lugar pensó: "Debe sonreír más". Pero más tarde se dio cuenta de lo difícil que resultaba.
En segundo lugar creyó tener la solución: "Hoy vamos a hacer las cosas porque no".
Y el rostro de la Chica del Botó Rojo cambió de asombro. Nunca se había parado a pensar en hacer las cosas porque no. Siempre había asentido y sonreído, pero esta vez haría las cosas porque no.
La razón comenzó su lista:
- Reír, porque no está bonito verte lágrimas en la cara.
- Arreglarte el pelo, porque, esa melena, no puede encerrarse siempre en un moño mal hecho.
- Mirarte al espejo y ver lo maravillosa que eres, porque no tienes que esperar que nadie lo piense por ti. Tú eres la primera que debe verlo.
- Gritar, saltar, cantar, correr, dar patadas al aire, porque no es bueno guardar tanta energía.
- Olvidarle...porque no es bueno para ti, porque no es necesario en tu vida, porque no merece la pena, porque no ha sabido apreciar todo lo que tú vales. Porque no. Profundo y rotundo porque no.
Un día consiguió cambiar y añadir otra cosa más a la lista, porque no era vida.