Me gustan los días de lluvia. Sí. Me gusta acurrucarme a tu lado en el sofá, extender mis piernas sobre las tuyas y sonreírte. Me encanta esa manta que me regalaste, ese cojín a juego que compramos y mis calcetines de peras. Todo es perfecto, todo menos este horrible frío que siento por dentro. Este que no se quita con mantas. No puedo seguir engañándome(te), no puedo. No.
Me gustan los días de sol. Sí. Me gusta mirarte desde el borde de la piscina, mover las piernas en el agua y perderme por un momento y no, no pienso precisamente en ti ahora. No.
Me gustan los días en los que sin más huyo al bar de siempre escondida detrás de un libro mientras espero. Sí. Realmente no quiero hacer esto pero hace mucho que no mantenemos una conversación de más de tres palabras, hace mucho que no me preguntas qué libro estoy leyendo de la misma forma que lo pregunta él. No.
Por un momento a lo largo del día y como todos los jueves siento ser otra persona, tal vez una joven e inocente chica que estudia Ciencias del Medioambiente y es una apasionada de la lectura. Sí. Tal vez por una vez mantenga una conversación con él y crea volver a mis quince años al escucharle decir mi nombre cosa que hace mucho que no pasa contigo. No.
Pero nunca llegaré a decirle más que el nombre de este libro, el cual me regalaste tú.