Después de ese momento incomodo del cristal, acomodas tu pelo. Fue una buena idea dejarte esa larga melena, ahora puedes recogértelo o simplemente tapar tus mejillas color frambuesa.
Miras al frente y encuentras dos ojos extremadamente marrones, extraordinarios. Sonríes, es totalmente un reflejo de tu pensamiento. Es, es sumamente perfecto. Aún sigues anestesiada por ese frío cristal cuando escuchas "Es un placer compartir una afición con una persona, adoro pegar mi cara al cristal. Me hace pensar que no hay nada de lo que preocuparme, ¿tú que crees?".
Sin saber muy bien han pasado las dos horas de viaje entre historias, anécdotas, risas y más de una mirada.
El tren para y debes bajar, te despides desde tu lado del asiento, él sin embargo no baja del tren.
Supongo que esto es un adiós, un "me hubiera gustado seguir conociéndote". Podríamos firmar un capítulo más de tu vida con la T de Tópico, y en este momento, justo cuando el tren sigue su viaje te das cuenta que dejaste olvidado tu libro en el vagón. Te das la vuelta, agarras tu equipaje y te dispones a correr cuando te tocan por la espalda: "Chica del Botón Rojo, creo que esto te pertenece, ¿verdad?".