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Disfraces

Nuestra historia es como una película en un "cinta VHS". Quedó anticuada. La primera vez que la vimos los colores eran vivos e intensos, los escenarios eran únicos e increíbles, las manos del costurero parecían hacer milagros con esos tejidos. El argumento central, ese gran amor de verano. El protagonista es perfecto, todo un caballero que lucha para lograr lo que más ansia que es tenerla a ella, la Chica del Botón Rojo, disfrazada de princesa por un día. Es entonces cuando llega el Fin, lloras en un nivel compensado o medio de alegría y pena.
Después de un tiempo, cuando ya has olvidado algunas partes importantes de esa película decides darle una nueva oportunidad a aquel film que te hizo derramar lágrimas. Rebobinas la cinta, ves como pasan todos esos momentos olvidados en la televisión. Una segunda vista de tira de imágenes te hace descubrir que los colores no eran tan vivos ni intensos, los escenarios no son recreados en la verdadera ciudad de tus sueños. El protagonista es un engreído al cual no le importa pisar a cualquiera por conseguir el amor de su amada. Miente, se pone una máscara con la que conquista a la Chica del Botón Rojo con artimañas antes no reconocidas. 
En los siguientes pases de la película te das cuenta de que lo único bueno de la película es el momento en el que se acaba, se pone fin a tantas mentiras disfrazas de amor.



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En un beso infinito más uno.

Ella caminaba sin destino fijo por esa fría ciudad. Enfundada en ese abrigo amarillo, con esos guantes que aunque pequeños son justo de su tamaño y él, en su mente, claro. Mordisquea el cable de los cascos, mira la hora y parece que no pasa el tiempo. Paseos en soledad, sintiéndolo aunque lejos. Aunque efímero fue intenso, esporádico, sin sentido, sincero. Ella, no sabía mucho de matemáticas, tanto que sin mesura amó hasta quedarse sin reservas porque él dijo: "Yo te quiero hasta infinito más uno ¿tú? ¿Cuánto me quieres a mí?" . Pero nunca llegó a tanto, ni ella ni nadie.   Tantas hipótesis que nunca llegaron a ser investigadas, se quedaron en eso... En "y si..", en ayer.

In-felicidad

"Apoyarme en tu pecho, quedarme dormida leyendo un cuento. Oler tu perfume día tras día. Sentir tus suaves manos por mi espalda. Mirarte a los ojos y ver reflejada la felicidad. Costumbres que son difíciles de quitar..."

Días.

Pasan y pasan los días y ahí está ella sentada en aquel sillón que una vez significó tanto. Aquella butaca en la que se fugaron tantos suspiros de amor, tantos que en esa habitación apenas quedaba aire para respirar. Fue por esta razón que todo lo que con tanta delicadeza habían creado los dos se fue, se fue con el cantar de los pájaros dejando una fría mañana de invierno que dudaría hasta el día de hoy. Después de tanto tiempo ya tenía los ojos secos de todas las lágrimas que había derramado, de tantos llantos incontrolados, de tanta vida perdida sin motivo aparente. Pero es ahí cuando ella se da cuenta de lo que realmente significa vivir, de lo que no está ganando por estar lamentándose. ¡Es una idiotez! Abrir los ojos y ver un mundo diferente, lleno de luz y alejado de tanta oscuridad a la que estaba acostumbrada. Alzar la cabeza y darte cuenta de todo lo que te queda por hacer. Un impulso de felicidad hace que su cuerpo parezca que se eleva pero de repente, todo vuelve atrás. La...