Llevas horas dando vueltas en la cama, atrapada entre las sábanas sin saber qué hacer. Giras hacia tu izquierda y ves... ¿Espera? Hoy estás aquí. No recordaba que hubieras vuelto, querido amigo. Son tus labios los que llaman a los míos. Cuando me inclino para darte un beso siento un frío cristal a través de él. Buenas noches querido amigo, buenas noches querida Soledad.
Ella caminaba sin destino fijo por esa fría ciudad. Enfundada en ese abrigo amarillo, con esos guantes que aunque pequeños son justo de su tamaño y él, en su mente, claro. Mordisquea el cable de los cascos, mira la hora y parece que no pasa el tiempo. Paseos en soledad, sintiéndolo aunque lejos. Aunque efímero fue intenso, esporádico, sin sentido, sincero. Ella, no sabía mucho de matemáticas, tanto que sin mesura amó hasta quedarse sin reservas porque él dijo: "Yo te quiero hasta infinito más uno ¿tú? ¿Cuánto me quieres a mí?" . Pero nunca llegó a tanto, ni ella ni nadie. Tantas hipótesis que nunca llegaron a ser investigadas, se quedaron en eso... En "y si..", en ayer.