Ojalá tuviese mi radio aquí y me animase a cerrar por fin todas estas cajas de una vez. Me acerco de nuevo al perchero esta vez con mi copa de vino sin empezar en la mano.
Con la mano izquierda toco la suave bufanda, doy un trago largo y suelto la copa en el suelo. Al unísono voy desenroscando tu bufanda del perchero. Aunque en pleno agosto la enrollo al cuello. Aún huele a ti, aún me da ese calor que un día me dabas tú. "¿Recuerdas aquel día? Sí, el día en el que me diste el primer beso, aquel en el que enrollada igual que hoy a tu bufanda me dijiste al irme: "Eh! Te llevas algo mío" y al acercarme quitando la bufanda del cuello me robaste un beso. Un beso perfecto, un beso largo pero a la vez tierno. Todo en su justa medida. Me acariciaste la cara y me dijiste otro día paso a por mi bufanda" y te marchaste, al igual que ahora lo único que sé es que ya no volverás a por tu bufanda ni a por otro beso igual que ese. Mientras recuerdo estas cosas tengo apretado entre mis manos el botón rojo. Cómo puedo guardar todas estas cosas y empezar de nuevo en otra casa, en otra vida, ¿en otros brazos?
Me doy la vuelta y veo la muralla de cajas esperando a ser cerradas. Doy un paso y otro y otro... Llego, me desenrollo la bufanda del cuello y la suelto en la caja a la que pertenece. A la que lleva tu nombre. Cierro las demás cajas, me acerco al perchero esta vez sin miedo, doy el último sorbo al vino y vuelvo a la butaca.
Ahora bien, cojo tu caja la pongo encima de la butaca con la copa vacía de vino encima. Cojo las demás cajas y me voy. Miro desde la puerta lo que un día fue de los dos, lo que un día vi por primera vez desde este mismo lugar. No puedo decir más que "Ha sido un placer querido compañero pero esta vez debo decir ADIOS...".
Cerrando esta puerta decimos adiós a muchos recuerdos y muchas historias que creíamos que no tendrían final pero... También decimos "Bienvenidas" a muchas más que a lo mejor, esta vez, sí que no tienen final, al menos triste para mí.
Con la mano izquierda toco la suave bufanda, doy un trago largo y suelto la copa en el suelo. Al unísono voy desenroscando tu bufanda del perchero. Aunque en pleno agosto la enrollo al cuello. Aún huele a ti, aún me da ese calor que un día me dabas tú. "¿Recuerdas aquel día? Sí, el día en el que me diste el primer beso, aquel en el que enrollada igual que hoy a tu bufanda me dijiste al irme: "Eh! Te llevas algo mío" y al acercarme quitando la bufanda del cuello me robaste un beso. Un beso perfecto, un beso largo pero a la vez tierno. Todo en su justa medida. Me acariciaste la cara y me dijiste otro día paso a por mi bufanda" y te marchaste, al igual que ahora lo único que sé es que ya no volverás a por tu bufanda ni a por otro beso igual que ese. Mientras recuerdo estas cosas tengo apretado entre mis manos el botón rojo. Cómo puedo guardar todas estas cosas y empezar de nuevo en otra casa, en otra vida, ¿en otros brazos?

Ahora bien, cojo tu caja la pongo encima de la butaca con la copa vacía de vino encima. Cojo las demás cajas y me voy. Miro desde la puerta lo que un día fue de los dos, lo que un día vi por primera vez desde este mismo lugar. No puedo decir más que "Ha sido un placer querido compañero pero esta vez debo decir ADIOS...".
Cerrando esta puerta decimos adiós a muchos recuerdos y muchas historias que creíamos que no tendrían final pero... También decimos "Bienvenidas" a muchas más que a lo mejor, esta vez, sí que no tienen final, al menos triste para mí.