En esta casa vacía en la que tan sólo quedan una butaca y un perchero, en esta en la que un día inundaron sentimientos y pasiones hoy tan sólo queda eso, soledad y un manojo de recuerdos.
Suelto las últimas cajas en el suelo, acaricio esta butaca y me siento por última vez como si fuese la primera y me pierdo entre relatos mentales de historias pasadas.
Abro una de las cajas y saco una copa. Sigo buscando entre las cajas y encuentro la botella, sí la última que compramos juntos. Ahora siempre serán las últimas cosas.
Me sirvo una copa de vino, observo, doy un trago y pongo mis piernas sobre el reposa brazos. Coloco mi cabeza sobre el contrario y miro hacia el techo, tres carcajadas y dos sorbos de vino. Mi pelo castaño cae por el lateral de la butaca y la suave brisa que entra por el balcón hace que se mueva poco a poco.
Me incorporo al rato, suspiro, dos sorbos de vino más y ahí está, el perchero. Nunca fui capaz de recoger tu bufanda y tu sombrero. Lo miro desde mi muralla de cajas abiertas en el suelo.
Suelto las últimas cajas en el suelo, acaricio esta butaca y me siento por última vez como si fuese la primera y me pierdo entre relatos mentales de historias pasadas.
Abro una de las cajas y saco una copa. Sigo buscando entre las cajas y encuentro la botella, sí la última que compramos juntos. Ahora siempre serán las últimas cosas.
Me sirvo una copa de vino, observo, doy un trago y pongo mis piernas sobre el reposa brazos. Coloco mi cabeza sobre el contrario y miro hacia el techo, tres carcajadas y dos sorbos de vino. Mi pelo castaño cae por el lateral de la butaca y la suave brisa que entra por el balcón hace que se mueva poco a poco.
Me incorporo al rato, suspiro, dos sorbos de vino más y ahí está, el perchero. Nunca fui capaz de recoger tu bufanda y tu sombrero. Lo miro desde mi muralla de cajas abiertas en el suelo.