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Mudanzas (I)

En esta casa vacía en la que tan sólo quedan una butaca y un perchero, en esta en la que un día inundaron sentimientos y pasiones hoy tan sólo queda eso, soledad y un manojo de recuerdos.
Suelto las últimas cajas en el suelo, acaricio esta butaca y me siento por última vez como si fuese la primera y me pierdo entre relatos mentales de historias pasadas.
Abro una de las cajas y saco una copa. Sigo buscando entre las cajas y encuentro la botella, sí la última que compramos juntos. Ahora siempre serán las últimas cosas.
Me sirvo una copa de vino, observo, doy un trago y pongo mis piernas sobre el reposa brazos. Coloco mi cabeza sobre el contrario y miro hacia el techo, tres carcajadas y dos sorbos de vino. Mi pelo castaño cae por el lateral de la butaca y la suave brisa que entra por el balcón hace que se mueva poco a poco.
Me incorporo al rato, suspiro, dos sorbos de vino más y ahí está, el perchero. Nunca fui capaz de recoger tu   bufanda y tu sombrero. Lo miro desde mi muralla de cajas abiertas en el suelo.

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En un beso infinito más uno.

Ella caminaba sin destino fijo por esa fría ciudad. Enfundada en ese abrigo amarillo, con esos guantes que aunque pequeños son justo de su tamaño y él, en su mente, claro. Mordisquea el cable de los cascos, mira la hora y parece que no pasa el tiempo. Paseos en soledad, sintiéndolo aunque lejos. Aunque efímero fue intenso, esporádico, sin sentido, sincero. Ella, no sabía mucho de matemáticas, tanto que sin mesura amó hasta quedarse sin reservas porque él dijo: "Yo te quiero hasta infinito más uno ¿tú? ¿Cuánto me quieres a mí?" . Pero nunca llegó a tanto, ni ella ni nadie.   Tantas hipótesis que nunca llegaron a ser investigadas, se quedaron en eso... En "y si..", en ayer.

In-felicidad

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Días.

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