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Viajes de verano

A veces coger un avión puede cambiar muchas cosas mientras miras hacia abajo, hacia lo que dejas. Quizás es lo mejor, dejar atrás toda una vida, todos esos recuerdos que en un minuto no serán más que sucesos que vienen y se van. Historias que contarás entre risas y unas copas de vino, quizás algún día sepamos porqué realmente fue bueno para los dos.
Un viaje sin los susurros de un buen libro no es viaje. ¿Cuánto tiempo ha pasado ya desde que nos dijimos adiós? ¿Cuánto pasará hasta que volvamos a cruzar nuestras miradas y no digamos nada?
Apago el teléfono, toda conexión contigo, toda relación con aquellas noches sin dormir, aquellas noches llorando...
Es todo tan complicado a tu lado, la verdad es que siempre lo fue, quizá fue lo que más me gustó de ti. También puede ser lo que nos llevó donde estamos, tú allí y yo, sin más, sin ti. La última lágrima cae por mis mejillas, esta vez lo prometo "Esta será la última, ahora todo es diferente".
Miras por la ventanilla aún sin haber despegado, tienes miedo, es la primera vez que vuelas pero peor sería quedarse aquí, quedarse a tu lado sin ti.
¿Cuántas veces nos deberíamos pedir perdón? Demasiadas para no volver atrás, no retroceder y menos ahora que el avión ha despegado.
Cojo papel y bolígrafo y escribo mil y una vez las razones de este viaje. Escribo y arranco cada vez más rápido todas las hojas. Lamentablemente rompo mi promesa y son más de una las lágrimas que caen, una y otra vez.
Entonces, gracias a este llanto silencioso, el pasajero de delante se gira y dice: "Quizá no soy el único que necesite esto". Abro los ojos y veo un paquete de pañuelos sin abrir, la verdad me salva la vida.
Pienso, no soy la única que escapa de algo, que huye sin un destino fijo de este lugar. Todos tenemos nuestros secretos, nuestras razones, mientras tanto el Botón Rojo y yo así lo hacemos.
¡Buen viaje a todos desde cualquier parte del mundo!

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