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Lluvias de verano.

Asomada a mi ventana veo la lluvia caer. Tarde o temprano debería caer la primera lluvia de verano. Los relámpagos se ven desde mi ventana. Adoro el olor a lluvia mojada. Me doy la vuelta, pero estas vistas no me gustan tanto. Suena el primer trueno. Mi sofá vacío, mi diario lleno de palabras sin sentido y el sonido de las gotas caer al suelo de fondo.
Corro de nuevo la cortina y veo la gente ir de un lado para otro, sin un destino fijo, asustados por cuatro gotas. Gente que se tapa con un periódico que a los dos segundos se destruye por la humedad. Otros se tapan con capuchas o con chaquetas. Raro es el que camina con paraguas. Previsor según otros.
Lo único que sé es que mientras yo miro la lluvia caer tú estarás en otra parte viendo la misma lluvia, escuchando los mismos truenos y quizás no pienses en lo mismo. Pero siempre me queda la esperanza.
De nuevo en el sofá el sonido de fondo sigue siendo el mismo y lo que escribo en mi diario tiene tu nombre. ¿Para qué variar si con lo que pienso me siento a gusto?

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Ella caminaba sin destino fijo por esa fría ciudad. Enfundada en ese abrigo amarillo, con esos guantes que aunque pequeños son justo de su tamaño y él, en su mente, claro. Mordisquea el cable de los cascos, mira la hora y parece que no pasa el tiempo. Paseos en soledad, sintiéndolo aunque lejos. Aunque efímero fue intenso, esporádico, sin sentido, sincero. Ella, no sabía mucho de matemáticas, tanto que sin mesura amó hasta quedarse sin reservas porque él dijo: "Yo te quiero hasta infinito más uno ¿tú? ¿Cuánto me quieres a mí?" . Pero nunca llegó a tanto, ni ella ni nadie.   Tantas hipótesis que nunca llegaron a ser investigadas, se quedaron en eso... En "y si..", en ayer.

In-felicidad

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