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Tomar café.

Adoro escuchar música, apoyar mi espalda en el sofá y dejarme llevar por la melodía. Me encanta entremeter mis dedos entre tu pelo y perderme en el tiempo. Sentir en mi pecho tu cabeza y ver desde aquí arriba tus pies. Mueves de manera curiosa tus dedos, es muy gracioso. Como todas las tardes, me pierde ese olor de tu perfume, esos besos robados al aire, esas caricias más dulces incluso que el azúcar de mi café.
Es la mejor manera de tomar café, perder la tarde tumbada junto a ti. Pero está bien, es hora de seguir trabajando, de centrarse en las cosas importante y... Antes de acabar la frase todo vuelve a la normalidad, tú no estás entre mis dedos y un gran edificio construido con papeles nos espera. Más bien, me espera, sola como de costumbre.


Ah! Qué pelazo tenía en Enero del año pasado. ¿Qué he hecho con mi pelo?

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En un beso infinito más uno.

Ella caminaba sin destino fijo por esa fría ciudad. Enfundada en ese abrigo amarillo, con esos guantes que aunque pequeños son justo de su tamaño y él, en su mente, claro. Mordisquea el cable de los cascos, mira la hora y parece que no pasa el tiempo. Paseos en soledad, sintiéndolo aunque lejos. Aunque efímero fue intenso, esporádico, sin sentido, sincero. Ella, no sabía mucho de matemáticas, tanto que sin mesura amó hasta quedarse sin reservas porque él dijo: "Yo te quiero hasta infinito más uno ¿tú? ¿Cuánto me quieres a mí?" . Pero nunca llegó a tanto, ni ella ni nadie.   Tantas hipótesis que nunca llegaron a ser investigadas, se quedaron en eso... En "y si..", en ayer.

In-felicidad

"Apoyarme en tu pecho, quedarme dormida leyendo un cuento. Oler tu perfume día tras día. Sentir tus suaves manos por mi espalda. Mirarte a los ojos y ver reflejada la felicidad. Costumbres que son difíciles de quitar..."

Días.

Pasan y pasan los días y ahí está ella sentada en aquel sillón que una vez significó tanto. Aquella butaca en la que se fugaron tantos suspiros de amor, tantos que en esa habitación apenas quedaba aire para respirar. Fue por esta razón que todo lo que con tanta delicadeza habían creado los dos se fue, se fue con el cantar de los pájaros dejando una fría mañana de invierno que dudaría hasta el día de hoy. Después de tanto tiempo ya tenía los ojos secos de todas las lágrimas que había derramado, de tantos llantos incontrolados, de tanta vida perdida sin motivo aparente. Pero es ahí cuando ella se da cuenta de lo que realmente significa vivir, de lo que no está ganando por estar lamentándose. ¡Es una idiotez! Abrir los ojos y ver un mundo diferente, lleno de luz y alejado de tanta oscuridad a la que estaba acostumbrada. Alzar la cabeza y darte cuenta de todo lo que te queda por hacer. Un impulso de felicidad hace que su cuerpo parezca que se eleva pero de repente, todo vuelve atrás. La...