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Por undécima vez...

Esos días en los que no te apetece ver a nadie son perfectos para seguir con la lectura. No deja de salir en las noticias: "Ella, es la Chica Solitaria que se queda en casa un Sábado por la noche...", "Sin más dilatación tenemos la imagen de C.S, La Chica Solitaria que no sale de fiesta, no bebe, no fuma y prefiere leer un libro...". Incluso piensas que harán un libro y a continuación una película "Diario de una aburrida". Después de una eterna cena sola en tu cocina, te debates entre si fregar los platos antes o después de perderte en tu libro. Tu gato aparece, da una vuelta y vuelve al salón,  cree tener razón y te incita a dejar tus quehaceres para más tarde. Te embriaga esa nueva aventura de querida protagonista y a ello vas...
"Los dos sois iguales. Parecerme a ti sería lo último que haría. ¿Qué te ha dicho tu corazón? Todos dicen que cuando habla tu mente dice las cosas con coherencia pero mienten, todos mienten. Todas las malas historias se repiten simplemente las buenas anécdotas, las maravillosas aventuras son inigualables. Cuando dices la frase:  "Yo no he podido olvidarte en todo el verano", realmente quién lo dice ¿tu cabeza? o tal vez ¿ el pequeño motor que mueve tu cuerpo? Quién sabe. Ahora cuando digo otra frase: "Gracias, es lo que necesitaba..."  quiero decir muchas cosas, describir sin miedo todos esos sentimientos que fueron reprimidos cuando estaba a tu lado, día y noche sin descanso. Entonces digo sí, es lo que necesitaba. Necesitaba reír, llorar, bailar, cantar... Necesitaba aislarme por dos segundos y volver a empezar de nuevo. Mientras años atrás esperaba una llamada, un mensaje, una señal, hoy espero una sonrisa desinteresada, una mirada que me diga "Buenos días, princesa" a distancia. Hoy, soy la Chica del Botón Rojo y no te espero sentada."

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En un beso infinito más uno.

Ella caminaba sin destino fijo por esa fría ciudad. Enfundada en ese abrigo amarillo, con esos guantes que aunque pequeños son justo de su tamaño y él, en su mente, claro. Mordisquea el cable de los cascos, mira la hora y parece que no pasa el tiempo. Paseos en soledad, sintiéndolo aunque lejos. Aunque efímero fue intenso, esporádico, sin sentido, sincero. Ella, no sabía mucho de matemáticas, tanto que sin mesura amó hasta quedarse sin reservas porque él dijo: "Yo te quiero hasta infinito más uno ¿tú? ¿Cuánto me quieres a mí?" . Pero nunca llegó a tanto, ni ella ni nadie.   Tantas hipótesis que nunca llegaron a ser investigadas, se quedaron en eso... En "y si..", en ayer.

In-felicidad

"Apoyarme en tu pecho, quedarme dormida leyendo un cuento. Oler tu perfume día tras día. Sentir tus suaves manos por mi espalda. Mirarte a los ojos y ver reflejada la felicidad. Costumbres que son difíciles de quitar..."

Días.

Pasan y pasan los días y ahí está ella sentada en aquel sillón que una vez significó tanto. Aquella butaca en la que se fugaron tantos suspiros de amor, tantos que en esa habitación apenas quedaba aire para respirar. Fue por esta razón que todo lo que con tanta delicadeza habían creado los dos se fue, se fue con el cantar de los pájaros dejando una fría mañana de invierno que dudaría hasta el día de hoy. Después de tanto tiempo ya tenía los ojos secos de todas las lágrimas que había derramado, de tantos llantos incontrolados, de tanta vida perdida sin motivo aparente. Pero es ahí cuando ella se da cuenta de lo que realmente significa vivir, de lo que no está ganando por estar lamentándose. ¡Es una idiotez! Abrir los ojos y ver un mundo diferente, lleno de luz y alejado de tanta oscuridad a la que estaba acostumbrada. Alzar la cabeza y darte cuenta de todo lo que te queda por hacer. Un impulso de felicidad hace que su cuerpo parezca que se eleva pero de repente, todo vuelve atrás. La...