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Netflix, manta y chocolate caliente

 Lunes al sol, o a la sombra de los pinos. O bajo una manta en el sofá, mientras haces palomitas para ver esa película absurda que te recomienda Netflix. Sí, esa que habla de tonterías, como el amor. Esa que idealiza los besos bajo la lluvia, el abrazo con más planos del cine y que hace que todos sean felices y coman perdices. Odio esas películas, en las que dos desconocidos se acaban enamorando en tan solo una mirada, las odio porque ocurre en la vida real, pero de forma unilateral. 

Que la vida se me pasa mientras trato, inútilmente, de esquivarla. Que dos días más, tal vez, no sean dos días menos. Que tu risa me hace falta y vuelve a llegar tarde a mi casa. Que mi nevera sigue vacía, como mi corazón, y sin saber porqué, esperaba que si pasaba el día, perdida como una idiota, en mi cama, tal vez, solo tal vez aparecieras entre mis sábanas. Que tus besos se me clavan como un recuerdo en mi espalda, en mis entrañas, en lo más profundo de mi alma. 

Que es raro echar de menos, un lunes falso de verano, un día que hace frío y te quiero a ti como abrigo.

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En un beso infinito más uno.

Ella caminaba sin destino fijo por esa fría ciudad. Enfundada en ese abrigo amarillo, con esos guantes que aunque pequeños son justo de su tamaño y él, en su mente, claro. Mordisquea el cable de los cascos, mira la hora y parece que no pasa el tiempo. Paseos en soledad, sintiéndolo aunque lejos. Aunque efímero fue intenso, esporádico, sin sentido, sincero. Ella, no sabía mucho de matemáticas, tanto que sin mesura amó hasta quedarse sin reservas porque él dijo: "Yo te quiero hasta infinito más uno ¿tú? ¿Cuánto me quieres a mí?" . Pero nunca llegó a tanto, ni ella ni nadie.   Tantas hipótesis que nunca llegaron a ser investigadas, se quedaron en eso... En "y si..", en ayer.

In-felicidad

"Apoyarme en tu pecho, quedarme dormida leyendo un cuento. Oler tu perfume día tras día. Sentir tus suaves manos por mi espalda. Mirarte a los ojos y ver reflejada la felicidad. Costumbres que son difíciles de quitar..."

Días.

Pasan y pasan los días y ahí está ella sentada en aquel sillón que una vez significó tanto. Aquella butaca en la que se fugaron tantos suspiros de amor, tantos que en esa habitación apenas quedaba aire para respirar. Fue por esta razón que todo lo que con tanta delicadeza habían creado los dos se fue, se fue con el cantar de los pájaros dejando una fría mañana de invierno que dudaría hasta el día de hoy. Después de tanto tiempo ya tenía los ojos secos de todas las lágrimas que había derramado, de tantos llantos incontrolados, de tanta vida perdida sin motivo aparente. Pero es ahí cuando ella se da cuenta de lo que realmente significa vivir, de lo que no está ganando por estar lamentándose. ¡Es una idiotez! Abrir los ojos y ver un mundo diferente, lleno de luz y alejado de tanta oscuridad a la que estaba acostumbrada. Alzar la cabeza y darte cuenta de todo lo que te queda por hacer. Un impulso de felicidad hace que su cuerpo parezca que se eleva pero de repente, todo vuelve atrás. La...