Recuerdo aquellos días grises. Recuerdo hoy esos días en los que la lluvia para mí era un pasatiempo. Quiero controlar todos mis sentimientos desde ahora. Quiero... Quiero sonreír como lo estaba haciendo hasta ahora. Con todas esas fuerzas me puedo permitir tocar el cielo con la yema de mis dedos.
Eres tú, tal vez yo.. Tal vez responsabilidad de los dos.
Déjame sonreír, puede que no vuelvan mis labios a sentir lo que es. Déjame bañarme en esto que llaman amor.
Mientras tanto, me recojo mi rubia melena en un moño, enciendo la radio y me meto en la bañera. Cojo la copa de champan a la vez que me sumerjo en el agua, llena de espuma, llena de burbujasde amor?. ¿Cuánto vas a tardar?
Me bebo una, dos, tres copas esperando. Lleno un poco más la bañera de agua más caliente mientras vienes pero vuelvo a preguntarme ¿Cuánto más vas a tardar? Mis dedos empiezan a quedarse como pasas. El locutor de la radio da las 9 de la noche. Llevo horas en la bañera, creo que es hora de salir. Demasiado bonito para ser cierto.
Sin ponerme más ropa que mi suave albornoz, me dispongo a bajar para prepararme algo de cena. Me abrocho el albornoz blanco con ese pequeño y único botón rojo, me pongo mis aterciopeladas zapatillas de estar en casa y bajo las escaleras.
Es ese olor a asado el que me hace bajar todo lo rápido que puedo las escaleras. Para mi sorpresa, ahí estás tú, con ese horrible mandil esperando a que bajase.
De repente, descubro que la felicidad existe. Eres tú.
Eres tú, tal vez yo.. Tal vez responsabilidad de los dos.
Déjame sonreír, puede que no vuelvan mis labios a sentir lo que es. Déjame bañarme en esto que llaman amor.
Mientras tanto, me recojo mi rubia melena en un moño, enciendo la radio y me meto en la bañera. Cojo la copa de champan a la vez que me sumerjo en el agua, llena de espuma, llena de burbujas
Me bebo una, dos, tres copas esperando. Lleno un poco más la bañera de agua más caliente mientras vienes pero vuelvo a preguntarme ¿Cuánto más vas a tardar? Mis dedos empiezan a quedarse como pasas. El locutor de la radio da las 9 de la noche. Llevo horas en la bañera, creo que es hora de salir. Demasiado bonito para ser cierto.
Sin ponerme más ropa que mi suave albornoz, me dispongo a bajar para prepararme algo de cena. Me abrocho el albornoz blanco con ese pequeño y único botón rojo, me pongo mis aterciopeladas zapatillas de estar en casa y bajo las escaleras.
Es ese olor a asado el que me hace bajar todo lo rápido que puedo las escaleras. Para mi sorpresa, ahí estás tú, con ese horrible mandil esperando a que bajase.
De repente, descubro que la felicidad existe. Eres tú.