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Sin más...

Te asomas a la ventana y ves en este cielo negro caer un rayo. Sientes miedo pero respiras y cierras los ojos rápido. Estás a salvo, tranquila. De nuevo se ilumina el cielo, vuelves a sentir miedo. Este sentimiento invade tu cuerpo. Estás sola en casa, asomada a la ventana das la espalda a todo. La luz va y viene por la tormenta. Cierras la ventana, te sientas en aquel sofá que te hace recordar. Tantos momentos en ese sofá, te echas hacia atrás dejándote caer. Tu larga melena resbala por el reposabrazo derecho mientras que te inclinas y colocas los piernas en el reposabrazo izquierdo. Mueves las piernas hacia arriba, hacia abajo, hacia arriba... Por un momento dejas la mente en blanco y.. Un trueno y otro más. Te acercas a la mesa de café y encuentras ahí tu libro. Será mejor que te sumerjas en la lectura.
"Buen trabajo, cerebro. ¡Enhorabuena! Has conseguido olvidar, no proyectar su imagen, sin recordar su voz. Todo esto lo has conseguido tú, ahora sólo falta que tu compañero y enemigo el corazón lo consiga también..."
Suspiras y piensas en él, tu Chico del Botón. Todo un deseo. Todo tu sueño. Sigamos leyendo.
"He tenido noticias del Chico de la Inquietante Sonrisa. He intentado hablar con él pero se ha alejado de mí. ¿Cuándo perdí su confianza? Cuando me enamoré de ti. Soy estúpida, a veces ingenua otras  sin más soy yo misma pero ahora sé que hice mal. ¿Es necesario todo esto? ¿Si me olvido de él, volverás a revolotear por mi cabeza los días de lluvia?..."
Ojalá tuvieses aquí un Chico de Inquietante Sonrisa para hacerte compañía en este negro día ¿verdad? De día parece de noche, de noche parece el fin del Mundo. Las farolas se encienden el todo la calle, son las seis de la tarde y todo está negro. En unos minutos deberías salir a comprar tu cena, pero... ¿Sabes nadar? Porque hoy no se puede salir sin saber nadar. Te enfundas tus "catiuscas" rojas junto con tu parca del mismo color. El paraguas, hoy realmente inútil por la fuerza del viento, también rojo. Te sientes la Chica del Botón Rojo, suspiras y te lanzas al diluvio universal. Más tarde continuarás con la lectura.

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En un beso infinito más uno.

Ella caminaba sin destino fijo por esa fría ciudad. Enfundada en ese abrigo amarillo, con esos guantes que aunque pequeños son justo de su tamaño y él, en su mente, claro. Mordisquea el cable de los cascos, mira la hora y parece que no pasa el tiempo. Paseos en soledad, sintiéndolo aunque lejos. Aunque efímero fue intenso, esporádico, sin sentido, sincero. Ella, no sabía mucho de matemáticas, tanto que sin mesura amó hasta quedarse sin reservas porque él dijo: "Yo te quiero hasta infinito más uno ¿tú? ¿Cuánto me quieres a mí?" . Pero nunca llegó a tanto, ni ella ni nadie.   Tantas hipótesis que nunca llegaron a ser investigadas, se quedaron en eso... En "y si..", en ayer.

In-felicidad

"Apoyarme en tu pecho, quedarme dormida leyendo un cuento. Oler tu perfume día tras día. Sentir tus suaves manos por mi espalda. Mirarte a los ojos y ver reflejada la felicidad. Costumbres que son difíciles de quitar..."

Días.

Pasan y pasan los días y ahí está ella sentada en aquel sillón que una vez significó tanto. Aquella butaca en la que se fugaron tantos suspiros de amor, tantos que en esa habitación apenas quedaba aire para respirar. Fue por esta razón que todo lo que con tanta delicadeza habían creado los dos se fue, se fue con el cantar de los pájaros dejando una fría mañana de invierno que dudaría hasta el día de hoy. Después de tanto tiempo ya tenía los ojos secos de todas las lágrimas que había derramado, de tantos llantos incontrolados, de tanta vida perdida sin motivo aparente. Pero es ahí cuando ella se da cuenta de lo que realmente significa vivir, de lo que no está ganando por estar lamentándose. ¡Es una idiotez! Abrir los ojos y ver un mundo diferente, lleno de luz y alejado de tanta oscuridad a la que estaba acostumbrada. Alzar la cabeza y darte cuenta de todo lo que te queda por hacer. Un impulso de felicidad hace que su cuerpo parezca que se eleva pero de repente, todo vuelve atrás. La...