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Día dos

"Día dos y hoy ha sido peor. Guiándome por mi brújula, mi querido Botón Rojo y después de haber recorrido otros kilómetros apareciste tú. Sí, esta vez no era un reflejo de mi pensamiento. Esta vez eras tú, el Chico Misterioso..."
Piensas en la Chica del Botón Rojo. Cuando había conseguido avanzar sin pensar en él, aparece. ¿Por qué ahora? Sueltas un momento el libro, lo dejas en la mesa y coges la llave que está a su lado. ¿Quién lo dejaría ayer en tu puerta? Miras hacía allí pensando que así encontrarás la respuesta a tu pregunta pero no ves nada. Comienzas a leer el libro de nuevo dejando a un lado tus preguntas.
"Iba acompañada de mi soledad cuando apareciste. Siempre tan sonriente, siempre tan dispuesto a mirarme de reojo. No puedo negar que yo también te busco, que también quiero estar contigo pero... ¿De qué serviría entonces todo este camino emprendido? Mi corazón empieza a palpitar cada vez más deprisa. Noto como me miras, como me buscas con la mirada y con simple "Hola" haces que mi corazón salga en busca tuyo. Lo sé, es un trampa y no debo caer. Miro hacia otro lado y haciéndome trizas el corazón me voy..."
¿Estás segura de lo que estás haciendo Chica del Botón Rojo? A ti también se te acelera el corazón... ¿Qué hará ahora?
"No puedo evitar volver. Correr hacia ti, darte un abrazo y decirte "te quiero" pero es mi soledad, mi gran amiga y compañera de este viaje quien me frena y recuerda que es lo que estoy buscando. No es un beso o un abrazo tuyo sino tu olvido. Miro hacia atrás y ya no estás. Hoy será un día duro, pero tengo que resistir. Quedarán días peores, quedarán los días en los que ya no estés..."
Una lágrima salta de tu mejilla a una hoja del libro. No puedes evitarlo, es tan triste pero a la vez tan... ¿Bonito? No sabría explicarlo, todo esto lo hace por no perder al Chico de la Inquietante Sonrisa de su lado pero lo que no sabe es que cuanto más se aleja de su verdadero destino más lejos está de su gran amigo y confidente.

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Ella caminaba sin destino fijo por esa fría ciudad. Enfundada en ese abrigo amarillo, con esos guantes que aunque pequeños son justo de su tamaño y él, en su mente, claro. Mordisquea el cable de los cascos, mira la hora y parece que no pasa el tiempo. Paseos en soledad, sintiéndolo aunque lejos. Aunque efímero fue intenso, esporádico, sin sentido, sincero. Ella, no sabía mucho de matemáticas, tanto que sin mesura amó hasta quedarse sin reservas porque él dijo: "Yo te quiero hasta infinito más uno ¿tú? ¿Cuánto me quieres a mí?" . Pero nunca llegó a tanto, ni ella ni nadie.   Tantas hipótesis que nunca llegaron a ser investigadas, se quedaron en eso... En "y si..", en ayer.

Días.

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