Su nombre es ansiedad. No es la mejor compañera de piso que he tenido. A veces trae demasiados amigos, tristeza, jaqueca, taquicardia... Y la verdad, es que se montan cada fiesta. Es imposible descansar, dormir o querer hacer algo si están en casa. Ansiedad se queda a vivir conmigo. Hace tiempo que convivimos, ella no quiere irse, por más directas e indirectas que le doy. Llantos en la noche es otro de sus recurrentes amigos, ese quizá es uno de los que peor llevo. Cada noche que viene, cada noche que no descanso. Estoy agotada, necesito descanso. ¿Alguien que busque nuevo compañero de piso?
Puede que no sepa lo que es querer. Que simplemente siga persiguiendo esas cenizas de lo que fuimos. De lo que un día nos dijimos. Le miro, me pierdo con su olor, me sonrojo si me dice cualquier tontería. Le miro y te echo de menos, quiero tus abrazos cuando me fundo en sus ojos. Quiero tus besos cuando me habla. Joder, sí que lo quiero. Te echo de menos en el cuerpo de otro. Te echo de menos, amor. La soledad está bien, pero ¿no crees que es hora de que vuelvas? Ya ha pasado bastante tiempo, demasiado diría yo. Quisiste visitarme hace un año y no salió como queríamos, me la debes. Te necesito, déjame sentirte de nuevo. Creo que desde que estaba en el colegio no sentía este "dolor", llamémoslo así, esa intensidad en el corazón cuando paso cerca. Quizá siempre había sido correspondida en cierta medida, o simplemente se me pasaba la "tontería" pronto. Quizá porque esta vez es distinto. ¿Qué clase de imán tiene conmigo? Es su gravedad, tan certera que me atrae incluso...