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Mar de dudas

 Quién está dispuesto a volar sin saber dónde acabará. Si el salto será fortuito o la caída tendrá final feliz. 

La pasión, entrelazada con los sentimientos, los suspiros esperando un beso, una llamada, una palpitación. Te echo de menos. 

Duele, te echo de menos, duele aún más cuando pienso si algún día te quise. ¿Era amor? ¿Verdaderamente era amor? Joder que si duele, era amor. 

Nadie elige en qué momento sentir algo por otra persona, nadie elige sentirse feliz entre unos brazos u otro. Y es por eso que ahora, entre los que he elegido, no soy feliz. Intento sentir esa misma pasión, dejarme llevar igual que lo hacía contigo, pero es imposible. Te echo de menos, cierro los ojos y te pienso, te huelo, te siento.

Hace un tiempo, alguien me dijo, ¿Qué tendrá esa persona que ha logrado colarse en este frío corazón tuyo? ¿Sabrías responderle? Quizá estabas en el momento justo, en preciso instante en el que mi corazón ignoró por completo a la razón y se lanzó, sin flotador, a un mar de dudas. Y se ahogó.

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En un beso infinito más uno.

Ella caminaba sin destino fijo por esa fría ciudad. Enfundada en ese abrigo amarillo, con esos guantes que aunque pequeños son justo de su tamaño y él, en su mente, claro. Mordisquea el cable de los cascos, mira la hora y parece que no pasa el tiempo. Paseos en soledad, sintiéndolo aunque lejos. Aunque efímero fue intenso, esporádico, sin sentido, sincero. Ella, no sabía mucho de matemáticas, tanto que sin mesura amó hasta quedarse sin reservas porque él dijo: "Yo te quiero hasta infinito más uno ¿tú? ¿Cuánto me quieres a mí?" . Pero nunca llegó a tanto, ni ella ni nadie.   Tantas hipótesis que nunca llegaron a ser investigadas, se quedaron en eso... En "y si..", en ayer.

In-felicidad

"Apoyarme en tu pecho, quedarme dormida leyendo un cuento. Oler tu perfume día tras día. Sentir tus suaves manos por mi espalda. Mirarte a los ojos y ver reflejada la felicidad. Costumbres que son difíciles de quitar..."

Días.

Pasan y pasan los días y ahí está ella sentada en aquel sillón que una vez significó tanto. Aquella butaca en la que se fugaron tantos suspiros de amor, tantos que en esa habitación apenas quedaba aire para respirar. Fue por esta razón que todo lo que con tanta delicadeza habían creado los dos se fue, se fue con el cantar de los pájaros dejando una fría mañana de invierno que dudaría hasta el día de hoy. Después de tanto tiempo ya tenía los ojos secos de todas las lágrimas que había derramado, de tantos llantos incontrolados, de tanta vida perdida sin motivo aparente. Pero es ahí cuando ella se da cuenta de lo que realmente significa vivir, de lo que no está ganando por estar lamentándose. ¡Es una idiotez! Abrir los ojos y ver un mundo diferente, lleno de luz y alejado de tanta oscuridad a la que estaba acostumbrada. Alzar la cabeza y darte cuenta de todo lo que te queda por hacer. Un impulso de felicidad hace que su cuerpo parezca que se eleva pero de repente, todo vuelve atrás. La...