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Nota: nunca nada es lo que parece.

Sentada en esa cafetería, la tablet sobre la mesa, periódico en mano. Ese olor mezclado con el del café con leche, ese tacto del papel reciclado. Cuatro azucarillos, aún no es suficiente.
El café está caliente, como el contenido de esta mañana en la sección de política. Mientras lo sostienes miras por la ventana, el chico del jersey de rayas otra vez.
Como cada día repites la rutina, algún día entrará y estarás perfecta, como cada mañana.
Camisa de lunares azul, lápiz de ojos, también azul. Misma mesa de todos los días.

Cuando ves como cruza el paso de peatones, das el primer sorbo de café y desvías la mirada a la tablet. Correo, correo, más correo y quizás algún post en la red social del momento.
Segundo sorbo con el tercer correo, sin despegar la mirada.
Apuras el café, recoges tus cosas y te acercas a la barra a pagarlo.
Esta vez hay sorpresa, una nota: "¿mañana habrá una silla libre en tu mesa?"

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En un beso infinito más uno.

Ella caminaba sin destino fijo por esa fría ciudad. Enfundada en ese abrigo amarillo, con esos guantes que aunque pequeños son justo de su tamaño y él, en su mente, claro. Mordisquea el cable de los cascos, mira la hora y parece que no pasa el tiempo. Paseos en soledad, sintiéndolo aunque lejos. Aunque efímero fue intenso, esporádico, sin sentido, sincero. Ella, no sabía mucho de matemáticas, tanto que sin mesura amó hasta quedarse sin reservas porque él dijo: "Yo te quiero hasta infinito más uno ¿tú? ¿Cuánto me quieres a mí?" . Pero nunca llegó a tanto, ni ella ni nadie.   Tantas hipótesis que nunca llegaron a ser investigadas, se quedaron en eso... En "y si..", en ayer.

In-felicidad

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Días.

Pasan y pasan los días y ahí está ella sentada en aquel sillón que una vez significó tanto. Aquella butaca en la que se fugaron tantos suspiros de amor, tantos que en esa habitación apenas quedaba aire para respirar. Fue por esta razón que todo lo que con tanta delicadeza habían creado los dos se fue, se fue con el cantar de los pájaros dejando una fría mañana de invierno que dudaría hasta el día de hoy. Después de tanto tiempo ya tenía los ojos secos de todas las lágrimas que había derramado, de tantos llantos incontrolados, de tanta vida perdida sin motivo aparente. Pero es ahí cuando ella se da cuenta de lo que realmente significa vivir, de lo que no está ganando por estar lamentándose. ¡Es una idiotez! Abrir los ojos y ver un mundo diferente, lleno de luz y alejado de tanta oscuridad a la que estaba acostumbrada. Alzar la cabeza y darte cuenta de todo lo que te queda por hacer. Un impulso de felicidad hace que su cuerpo parezca que se eleva pero de repente, todo vuelve atrás. La...