No esperaba volver a verte. No entraba en mis planes esa fría tarde, de ya primavera, volver a cruzarme con tu mirada. No me reconociste, pero yo a ti de lejos. Pasaste por mi lado como si fuera una más entre todos esos extraños. Caminando, sin prisa, mirando hacia delante. Pude olerte mientras te acercabas, pude sentirte sin rozarte. Te echo de menos. No sabía a ciencia cierta cuánto echaba de menos esos rizos.
Había soñado tantas veces con un reencuentro, con unas miradas cruzadas, con el destino caprichoso. Y así fue como, la casualidad quiso que pasara desapercibida a tu lado. Una más del rebaño
Es curioso el hueco que deja una persona, a la que has querido, en tu corazón y como con unos segundos se hace todavía más profundo.
Veinticuatro segundos, ni uno más ni uno menos. Veinticuatro lágrimas derramadas, veinticuatro sonrisas encerradas, veinticuatro te quieros que se perdieron.
Y tan pronto como pasaron esos veinticuatro segundos, sin reconocerme, sin girarte hacia una extraña que se perdía en tu mirada, seguí adelante. Con un dolor más profundo, con una sonrisa todavía más imperfecta, pero con la idea más firme de que se puede querer a alguien sin apenas conocerse.