Todavía recuerdo las noches en vela esperando un mensaje. Todavía suspiro al escuchar tu nombre, al pensar en tus caricias, al intentar recordar tus besos.
Has sido la mayor aventura de mi verano, ¡que digo verano!, de mi vida.
Jamás pensé que me dejaría llevar por una intuición, por un sentimiento, un brillo en tus ojos.
Todavía recuerdo la sensación al verte de nuevo, solo habían pasado quince días pero parecían semanas, ¡qué digo semanas!, años. Fueron tres días en los que mi corazón se transformó en valiente, tomó las riendas y dejó a un lado todos los: "y si..." que la razón nos tenía guardados.
Tres libros y una película después ya no dormía entre tus brazos.
Llegó el otoño, pasó el verano. Soñar con estar contigo, intentar borrar tu nombre de mi recuerdo al segundo. Imaginar mi vida a tu lado, odiarte por minutos. Nuestra vida, mis días, tus miedos. La montaña rusa de mi verano, el baile de tus dedos en mi espalda, el roce de tu barba en mi cintura.
Sonrío al saber que son mis caricias las que aún recuerdas, que en mis libros todavía guardo tus secretos, que la vida es muy corta y da muchas vueltas. Que cambio las noches largas por los días sin prisas. Que siempre me quedarás tú de un verano que no tenía fin.
Llegó el invierno, pasó el otoño. Cayeron las últimas flores que anhelaban tus rubios rizos. Pero llegaste, por sorpresa, para llenar de luz un día gris. Para dejarme de nuevo el sabor de tus labios. Habían pasado cuatro meses, nos quedarían todavía dos más por delante para entrelazarnos de la forma más intima. Mis mejillas sonrojadas al verte llegar, te recordaba más, pero me quedé corta. Eras todo lo que esperaba, y a la vez me asustaba. No era verano, pero seguíamos siendo tú y yo. Solos, de nuevo.
Todavía recuerdo tu último adiós, ¡qué digo último! Siempre nos quedará un último.
Has sido la mayor aventura de mi verano, ¡que digo verano!, de mi vida.
Jamás pensé que me dejaría llevar por una intuición, por un sentimiento, un brillo en tus ojos.
Todavía recuerdo la sensación al verte de nuevo, solo habían pasado quince días pero parecían semanas, ¡qué digo semanas!, años. Fueron tres días en los que mi corazón se transformó en valiente, tomó las riendas y dejó a un lado todos los: "y si..." que la razón nos tenía guardados.
Tres libros y una película después ya no dormía entre tus brazos.
Llegó el otoño, pasó el verano. Soñar con estar contigo, intentar borrar tu nombre de mi recuerdo al segundo. Imaginar mi vida a tu lado, odiarte por minutos. Nuestra vida, mis días, tus miedos. La montaña rusa de mi verano, el baile de tus dedos en mi espalda, el roce de tu barba en mi cintura.
Sonrío al saber que son mis caricias las que aún recuerdas, que en mis libros todavía guardo tus secretos, que la vida es muy corta y da muchas vueltas. Que cambio las noches largas por los días sin prisas. Que siempre me quedarás tú de un verano que no tenía fin.
Llegó el invierno, pasó el otoño. Cayeron las últimas flores que anhelaban tus rubios rizos. Pero llegaste, por sorpresa, para llenar de luz un día gris. Para dejarme de nuevo el sabor de tus labios. Habían pasado cuatro meses, nos quedarían todavía dos más por delante para entrelazarnos de la forma más intima. Mis mejillas sonrojadas al verte llegar, te recordaba más, pero me quedé corta. Eras todo lo que esperaba, y a la vez me asustaba. No era verano, pero seguíamos siendo tú y yo. Solos, de nuevo.
Todavía recuerdo tu último adiós, ¡qué digo último! Siempre nos quedará un último.