Te fuiste ayer, tarde fría para ser verano.
Yo me quedé terminando el puzzle de nuestras vidas.
Sigo atascada con estas dos fichas, me esfuerzo en buscar la combinación, intentar que encajen.
Un café, dos cervezas y muchas almendras después, las piezas siguen en la misma posición. Cada una a un lado de la mesa.
Yo no elegí ser tan cabezona, con tan poco sentido del humor. Detesto el humo de tu cigarro, pero curiosamente, ahora lo echo de menos al leer en ese sofá. Echo de menos tus manos dibujando en mi espalda desnuda.
Vuelvo con el puzzle sin solución, llevo meses con él sin resultado ninguno. Miro la caja, regalo tuyo, y ahora lo entiendo todo: Dificultad alta, sólo para expertos.
A veces se me olvidaba cual era tu camisa preferida, pero jamás se me olvidará aquella mañana de primavera en la que me quedé dormida. Cogí el primer vestido que vi, rebusqué entre todos mis zapatos, colonia y subí a ese tren. Con un periódico más alto que yo, prácticamente, llamé la atención de un precioso chico de rubios rizos. Llevaba colgando un calcetín del bolso. Él, sonriendo dijo: "tranquila, no se lo diré a nadie, pero... Todos estos ya lo han subido a twitter". Entonces justo en ese momento, supe que no era casualidad encontrarnos en ese vagón del tren.
Suena en mi cabeza aquella vieja canción, mis pies comienzan a bailar al ritmo que mi cabeza de balancea. Nuestra banda sonora, entonces, como por arte de magia, las piezas de aquel absurdo puzzle encajan la una con la otra.
Alta dificultad, dos piezas, únicas y totalmente diferentes la una de la otra.
El primer día que entramos en esta casa, todo era tan blanco. Recuerdo como abriste el bote de pintura que tenías a mano, y sin mirar pintaste rayas naranjas en el pasillo. Y como puedo seguir viendo las palmas de nuestras manos en verde encima. La una, al lado de la otra. "Siempre juntos".
Llaman a la puerta, lo primero que veo, tus ojos azules pidiendo perdón y el ramo de flores más grande que podía existir.
Yo me quedé terminando el puzzle de nuestras vidas.
Sigo atascada con estas dos fichas, me esfuerzo en buscar la combinación, intentar que encajen.
Un café, dos cervezas y muchas almendras después, las piezas siguen en la misma posición. Cada una a un lado de la mesa.
Yo no elegí ser tan cabezona, con tan poco sentido del humor. Detesto el humo de tu cigarro, pero curiosamente, ahora lo echo de menos al leer en ese sofá. Echo de menos tus manos dibujando en mi espalda desnuda.
Vuelvo con el puzzle sin solución, llevo meses con él sin resultado ninguno. Miro la caja, regalo tuyo, y ahora lo entiendo todo: Dificultad alta, sólo para expertos.
A veces se me olvidaba cual era tu camisa preferida, pero jamás se me olvidará aquella mañana de primavera en la que me quedé dormida. Cogí el primer vestido que vi, rebusqué entre todos mis zapatos, colonia y subí a ese tren. Con un periódico más alto que yo, prácticamente, llamé la atención de un precioso chico de rubios rizos. Llevaba colgando un calcetín del bolso. Él, sonriendo dijo: "tranquila, no se lo diré a nadie, pero... Todos estos ya lo han subido a twitter". Entonces justo en ese momento, supe que no era casualidad encontrarnos en ese vagón del tren.
Suena en mi cabeza aquella vieja canción, mis pies comienzan a bailar al ritmo que mi cabeza de balancea. Nuestra banda sonora, entonces, como por arte de magia, las piezas de aquel absurdo puzzle encajan la una con la otra.
Alta dificultad, dos piezas, únicas y totalmente diferentes la una de la otra.
El primer día que entramos en esta casa, todo era tan blanco. Recuerdo como abriste el bote de pintura que tenías a mano, y sin mirar pintaste rayas naranjas en el pasillo. Y como puedo seguir viendo las palmas de nuestras manos en verde encima. La una, al lado de la otra. "Siempre juntos".
Llaman a la puerta, lo primero que veo, tus ojos azules pidiendo perdón y el ramo de flores más grande que podía existir.