Cuando siento miedo, cuando sé que no puedes venir, en esas noches en las que el sueño no me acompaña, ni tú, me acerco al armario busco tu camisa entre toda mi ropa y nos sumerjo en la cama. Es increíble pero cierto, aún conserva tu olor. Es impresionante como simplemente al ponerme esa camisa el sueño que estaba extinguido viene y me lleva con él, quizás contigo también. Tirada en la cama, una vez que ya ha salido el Sol, justo en ese momento en el que ni estás despierto ni dejas de estarlo, me estiro abrazada aún a esa camisa. En cuanto pasan esos dos segundos todo vuelve a la realidad, me quito la camisa y tú no estás. Guardo esa camisa entre todas mis cosas, cojo el botón rojo y marcho a seguir con mis días.
A lo mejor es aburrido, pero nadie dijo que fuera fácil.
A lo mejor es aburrido, pero nadie dijo que fuera fácil.